Cuando don Juan Castañeda llegó a Las Vegas hace 47 años, era una ciudad muy diferente, más pequeña, no había los modernos edificios, pero era igual de hermosa y con una comunidad latina muy diversa pero unida, nos cuenta. Llegó de casualidad, por cosas del destino, la ciudad en la que había crecido desde los dos años, Irapuato, había sufrido una terrible inundación, todo era caos, la mitad de la ciudad había desaparecido, y para un joven de 19 años el futuro no se veía alentador.
Tomó un autobús rumbo a Guadalajara, pero en aquel tiempo había muchos problemas entre el gobierno y los estudiantes y alguien en el bus le aconsejó que cambiara su rumbo hacia la frontera norte, ahí la situación laboral era mejor y seguro encontraría trabajo pronto. Haciendo caso del consejo, llegó a la frontera y ahí se unió a un grupo de inmigrantes que iban rumbo a Los Ángeles, pero pasando por Phoenix y Las Vegas.
—Las personas del grupo me decían que entrar por California no era conveniente, que debíamos primero ir a Phoenix, de ahí pasaríamos por Las Vegas y después llegaríamos a Los Ángeles, donde había mucho trabajo en el campo. Yo los escuchaba, pero eso de trabajar en el campo no me convencía, —recuerda— yo había crecido en la panadería de mi padre y sabía hacer pan, así que cuando llegamos a Las Vegas miré los casinos, los hoteles y pensé que esta ciudad tenía más sentido para mí, y aquí me quedé.
Don Juan recuerda que en 1974 no había radio en español, solo había un programa que se trasmitía dos horas cada semana y él trataba de no perdérselo. Fue ahí que escuchó sobre una panadería mexicana y le tomó algún tiempo para comunicarse y conseguir la información del negocio. A las pocas semanas empezó a trabajar en La Hacienda Bakery, ese fue el comienzo de su carrera.
Su deseo de progresar lo llevó a trabajar en varios hoteles, en donde aprendió sobre pastelería internacional. También tomó cursos de pastelería y estudiaba por su cuenta en la biblioteca, con el tiempo se unió a la asociación de chefs de Las Vegas y todo fue cambiando.
Por un tiempo abrió un negocio con un socio para proveer a hoteles, pero no funcionó y regresó a trabajar en hoteles, un día recibió una llamada de los dueños del Jerry Nuggets que le propusieron encargarse de la pastelería, ese fue el inicio de un trabajo al que se dedicaría por 19 años.
Cuando los “dos Jerrys” fallecieron, Juan empezó a notar muchos cambios en la administración del casino y fue ahí que surgió la idea de independizarse y abrir su propio negocio. Habló con dos de sus compañeros y juntos iniciaron Cake World Bakery en el 2000.
Al inicio no fue nada fácil, Don Juan venía de trabajar en un lugar donde tenía asistentes y personal que cumplía sus órdenes. Ahora tenía que ser responsable por todo, desde hacer las compras, preparar el pan y manejar el negocio. Su idea inicial era abrir cuatro panaderías en diferentes puntos de la ciudad y la locación que había comprado en Maryland Parkway sería la cocina donde se prepararía el pan para distribuir.
Su sueño era preparar pasteles y bocadillos de diferentes partes del mundo, por ello lo nombró “Cake World”, lejos estaba de imaginar que ese mismo año la tragedia del 9/11 sacudiría al país y sus planes cambiarían por completo. Para entonces ya había agarrado la panadería que se encuentra en Tenaya y Cheyenne y el negocio no había arrancado como imaginaban. Tiempo después sus socios decidieron vender sus partes y don Juan las compró.
Han pasado 21 años, en los que ha vivido tempestades que ha sabido soportar con paciencia y trabajando cada día, —con el tiempo me he tenido que ir ajustando a lo que el negocio requiere, a veces tenía ideas que luego me daba cuenta no funcionaban y las iba descartando, todo ha sido así, ir probando y quedarme con lo que funciona—, nos dijo.
Y ¿qué es lo que mejor le ha funcionado?, le pregunté y con una sonrisa respondió: —Los pasteles, sin duda es lo que más se vende. Disfruto haciendo pan, la panadería es mi pasión, pero los pasteles es lo que mantiene el negocio.
En la actualidad, don Juan cuenta con el apoyo y el trabajo de cuatro miembros de su familia y otras tres personas que se han unido al equipo. Para disfrutar de la variedad de pan dulce y pastries u ordenar uno de sus deliciosos pasteles puede comunicarse al 702- 471-7111 o visitarlos En 220 N. Maryland Pkwy.
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